Mujeres Desesperadas (2ª temporada) - ABC, Marc Cherry

La segunda temporada de Mujeres Desesperadas mantiene ese toque de extraño cuento retorcido y enfermo mientras plantea un nuevo misterio, personificado esta vez en la familia Applewhite: un joven y su madre, negros ambos, que se mudan a Fairview, el barrio residencial en que transcurre la serie.



Resulta que esta temporada es... aburrida. La primera temporada estaba bien, se dejaba ver, tenía puntos divertidos, era bastante entretenida, el antagonista era muy interesante y tal; pero la segunda presenta un caso sin gracia y unos antagonistas carentes de todo atractivo. Prácticamente en ningún momento me interesó en absoluto la familia Applewhite, ni los misterios que se trataban. ¿Quién es el hombre que está encerrado en el sótano? ¿A quién mató? ¿Por qué lo hizo y por qué está encerrado? ¿Por qué todas las mentiras? ¿Por qué Bree van de Kamp es tan poco observadora como para no notar que George, el farmacéutico, es un estúpido, aparte de otras cosas mucho peores? ¿Por qué los hijos de Bree son tan gilipollas? ¿A qué clase de demonio del averno sirven y adoran? ¿Por qué Julie es claramente la que adopta el rol de madre en la familia Mayer? ¿Cómo hace Mike para soportar todas las idas de olla de Susan –no me malinterpretéis, Susan es un personaje que me encanta, pero... ¡se pasa de loca! Pobre señor Delphino– ¿El día en que muera Eddie Britt, cuánto material no biodegradable quedará suelto en la ciudad?


Sí, la verdad es que casi todo lo que pasa en esta segunda temporada, Applewhite aparte, ya estaba pasando en la primera. En la segunda intentan heredar la luz que la precedió el año anterior y usarla en su favor, pero falla; la segunda temporada de Mujeres Desesperadas cansa rápidamente, salvada tan solo por el grupo protagonista, que gana ligeramente gracias al no tener que presentarlas, o a tener unas personalidades perfectamente definidas, moderadamente claras y sencillas y, en conjunto, muy divertidas. No obstante la mitad de los capítulos son argumentalmente tediosos, un cuarto es absolutamente mediocre y el otro cuarto es meramente aceptable, y ni las protagonistas de la serie ni su magnífico apartado fotográfico salvan los bártulos de la serie.

Por si fuera poco, el desarrollo de la historia de los Applewhite ni siquiera resulta especialmente intrigante, ni sorprendente, hasta casi cerca del final de la serie, cuando la historia da un quiebro sorprendente, terrible y deleznable. Muy del palo de la serie, para qué negarlo.

La música, como siempre, da un puntillo encantador; da la parte más hermosa y tranquila del cuento. No sólo la magnífica introducción obra de Danny Elfman, sino toda la música de fondo: entre los cotilleos de las vecinas unas veces, entre las discusiones otras y, por supuesto, en los momentos más dramáticos, en esos silencios tan propios de la serie en los que parece que sólo el piano y un poco de cuerda de fondo es capaz de explicar lo terrible de lo que está pasando.

Nota: 4. La fotografía, la música y las magníficas actuaciones permiten que Mujeres Desesperadas siga siendo visible, pero un guión sin gracia y un eje argumental carente casi por completo de atractivo ahogan una serie que parece evidente que podría dar mucho más de sí. Una lástima.

Otros comentarios sobre la serie:
Primera temporada.

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