Big Love (2ª temporada) - HBO, Mark V.Olsen y Will Scheffer

Volvemos a Utah, a la familia Henrickson, a la familia de mormones polígamos que protagoniza Big Love.



La temporada empieza semanas después del crudo final de la primera, de la decepción de la entrega de premios en la que humillan a Barb —y por ende a la familia—: así, con ella deprimida, agotada emocionalmente; con Alby Grant vuelto del hospital tras su encuentro con Wanda; con Roman Grant tensando más las cuerdas de su red mafiosil que ahora empieza a extenderse a miembros de fuera de la comunidad; así, decía, la temporada incide en una Sarah empieza a perder como personaje —actuando unas veces como rebelde y otras solo como una insensata enfrentada a su familia (hay formas y formas  de enfrentarse a una situación, la suya me parece un desastre), lo que le permite conocer a Scott (¡Aaron Paul!)—; en la introducción los organismos públicos —que irán aumentando su importancia en la serie con el paso de las temporadas, un poco como hicieron el periodismo y la política en The Wire— y en la demostración de que Bill empieza a hacerse ligeramente con el juego de poder en el que se metió en la primera, cuando inicia sus jugadas por Juegos Weaver.

En esta temporada todo es más grande, más exagerado que en la primera. Nicolette es más dual si cabe, Ben insiste en sus defectos, los riesgos y ambiciones de Bill aumentan, Alby gana complejidad, pasando a ser más que el perrito faldero de Roman que fue en la primera, Rhonda consigue ser algo más que una niña insidiosa y viperina y empieza también a jugar sus fichas —con cierta ingenuidad, pero sin perder eficacia;  Rhonda empieza a afianzarse como motor de la trama para bien o para mal—, igual que Joey, que, generalmente víctima de los acontecimientos, esgrime una serie de mentiras que controlan en cierta medida el eje central de la temporada.

Personajes nuevos:
Anna (Branka Katic): una chica serbia con interés mutuo por Bill.
Hollis Green (Luke Askew), otro profeta, líder de otra comunidad, con pinta de mafioso de los años 50. Un tío sin escrúpulos, más oscuro que Roman, casado con una mujer enorme, otro personaje bastante importante, llamada Selma Green (Sandy Martin).
Scott: el chico al que conoce Sarah, otro personaje que va ganando importancia por momentos.

Quizá el momento más... famoso de esta temporada, por su chispa y por todo lo que implica, es el de La Pintada (2x02) en el que en un gran anuncio en una de las calles principales de la ciudad, alguien añade al lema de Home Plus «Home Plus is us», un «+us +us +us», haciendo referencia a la poligamia de su dueño. 


Pero sin ninguna duda, una de las mejores escenas, a ritmo de Knocking on Heaven's door, es el final de Venga a nosotros tu reino (2x08), con gritos y disparos sin sonido, solo con la voz de Dylan y, a continuación, la ordenación como sacerdote de Ben Henrickson, con una luz limpia y blanca colándose por los tragaluces, sin que termine la preciosa canción que se extiende también a los créditos.

«Si pudiera abrirme las venas y sacarme la sangre tuya que corre por ellas, lo haría encantado»

El final de la temporada, quizá un poco falto de ritmo, introduce a la perfección gran parte de la tercera, con la captura policial de Roman obra y gracia de su hijo Alby. Un momento muy oscuro en el que todo juega y contribuye a realzar esa sensación, brutalmente truncada con la fiesta en casa de Bill, los niños bailando y la gente riéndose. Un final bien jugado, pero, insisto, un poco carente de ritmo.

Big Love sigue jugando, como puede suponerse por lo dicho anteriormente, con una gran banda sonora que introduce con soltura y que ayuda a matizar y a dar cierta profundidad a algunas de las mejores escenas de la temporada.


Nota: 9. La temporada, en general, me pareció algo más rápida que la anterior, pero las crisis de ritmo del capítulo final empañaron ligeramente este efecto. En cualquier caso, muy recomendable igual que la primera temporada.
                         
Temporadas anteriores
Primera temporada. Nota: 9.     

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