Canción de Susannah (La Torre Oscura, parte 6) - Stephen King


Nos acercamos al final de la ruta, a la Torre Oscura en el centro de los Haces: «hasta luego. cocodrilo, nos vemos caimán; no te olvides de escribir», que diría Blaine el Mono. Miradla bien, ya se distingue su escarpada silueta al final del camino. Del ka-mino, quizás.


Canción de Susannah como la mayor parte de los libros de la serie de La Torre Oscura alternan pasajes realmente increíbles con otros un poco aburridos. La peor parte en esta ocasión se la lleva Susannah, quien para más inri tiene mayor carga —esta vez— que el fantástico dúo de Roland y Eddie y el magnífico trío de Jake, Acho y Callahan.


El ka-tet del 19 se separa por azares del destino, y en pequeños grupos cruzan la Puerta, Susannah-Mia ayudada por la Trece Negra; los demás mediante la fuerza mental de los Manni y el poderoso Toque de Jake Chambers.

«Váyase pues, hay otros mundos además de este.»

Muchos recordarán supongo ese emotivo momento en el que Roland toma su decisión en El Pistolero, la primera entrega de la serie. Hay muchas cosas en La Torre que vuelven una y otra vez, como viejos conocidos, que gobiernan el rumbo de los acontecimientos a veces como un viento ligero y a veces como un vendaval imparable.

En esta ocasión la historia se desarrolla a lo largo de 13 capítulos, cada uno de los cuales termina con una estrofa de la canción de Susannah: «ven, ven, commala». El primer (en realidad las primeras páginas no, pero como si lo fuesen) y el último quinto del libro atañen a Susannah-Mia, para mi absoluta desgracia, dado que eran claramente las que menos me importaban de la historia. La historia dual me saturó en el libro anterior y, para más inri, la simpleza estúpida de Mia me revienta las tripas cada vez que abre la boca. Los otros tres quintos del libro se los reparten los otros dos subgrupos del ka-tet y contienen la trepidante historia que en parte complementa a la de Los lobos del Calla y en parta ve más allá. Por un lado Roland Deschain y Eddie Dean van a proteger la rosa, por otro Jake Chambers y Donald Callahan buscan a Susannah y, de paso, custodian la Trece Negra.

Las ilustraciones en esta ocasión corren a cargo de Darrel Anderson, que aunque tiene uno de los estilos que menos me atraen de los que han elegido hasta el momento, se defiende con notable soltura y consigue algunas imágenes realmente inquietantes y otras de evocación increíblemente precisa una vez contextualizada la imagen.




Estas imágenes están sacadas de Donald M. Grant, publisher inc y pertenecen todas al anteriormente mencionado Darrel Anderson.


Lo que más me sorprende de La Torre Oscura no es que mantenga un nivel más que aceptable cuente lo que cuente —El Pistolero aparte, ya sabéis que no es santo de mi devoción—; tampoco es lo que cuenta ni cómo —desde la novela de presentación y conflicto humano que es La llegada de los tres, la de exploración y aventura que es Las tierras baldías, la introspectiva y romántica historia del primer amor de Roland en Mago y Cristal, el drama y el entramado de Los lobos del Calla y las explicaciones y matices de Canción de Susannah—; no, creo que lo que me satisface interiormente de La Torre es la épica que subyace a todo, las frases que vuelven una y otra vez y que a menudo son como pesadas losas que parecen oprimir a los personajes y el frío determinismo de los miembros del ka-tet.

«Lo nuestro es el plomo»

Ha sido un grato viaje y aún le queda una parada, la más lejana de todas ellas, La Torre Oscura. El ka-tet sigue en pos de ella igual que, en origen, Roland, el pistolero, iba en pos del hombre de negro. Mientras, los disgregadores al servicio del Rey Carmesí intentan romper los últimos Haces y acabar con el mundo. Con los mundos.

Y si en Los lobos del Calla me parecía un detalle muy raro el de hablar de otro libro de King y, con ello, del propio King; lo de este libro ya no tiene nombre. Agradezco que el autor no se ensalce especialmente, se retrata como una persona absolutamente normal y con una carrera en el mundo de las letras de cierto éxito. Y ya está. La verdad es que consigue darse un toque bastante agradable sin caer en una extraña fantasía masturbatoria... bueno, si es que el hecho de introducirse a uno mismo en la que se considera la propia obra cumbre no es una fantasía masturbatoria en sí misma, claro.

Un paso más, Roland; solo uno más, viejo pistolero.

Nota: 8. La Torre Oscura no podría ser más épica cuando se pone, aunque algunos tramos, la verdad, no sean de mi gusto.



Partes anteriores de La Torre Oscura:
El pistolero Nota: 5,5.
La llegada de los tres Nota: 7,5.
Las tierras baldías Nota: Nota: 10.
Mago y cristal Nota: 7.

Noticias sobre La Torre:

Otras novelas de Stephen King:
It Nota: 8.

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