Estrenos 2011, seguimos viendo (II)

Aprovechando el parón diciémbrico que hacen los americanos para que sus series duren todo lo que tienen que durar, hemos aprovechado para ver los estrenos de octubre y principios de noviembre, entre los que nos encontramos algunas series bastante interesantes, al menos por sus primeros capítulos. Además, hablaré también de una que nos quedó olvidada en las anteriores entradas.


Esta serie, sobre un marine de los EEUU, que vuelve a casa tras ocho años de cautiverio en Irak, era una de esas por las que sentía una curiosidad especial, sobre todo a partir de una publicación de Vaya Tele que la ensalzaba mucho. Y lo cierto es que la serie está bien, aunque dudé mucho de ella por su episodio piloto, que me resultó aburrido y simplón, solo salvada por sus buenos actores y su gran factura visual; pero el segundo capítulo cogió rápidamente profundidad y ritmo y me convenció de seguir adelante con ella.


Tiene ciertas cosas que no me gustan demasiado, como un abusivo fan service (menos mal que en esas escenas suele estar presenta la siempre adorable Morena Baccarin), ciertos puntos que considero ilógicos sobre las creencias del protagonista y ciertos pequeños misterios que pecan de previsibles. Pero, con todo, la considero una serie interesante a la que merece la pena echarle un ojo. Ya ahondaré más en esto si hago finalmente la reseña; si no seguro que Laulau tiene algo que decir al respecto.

Además, ¡actúa Mandy Patinkin! Y como algunos ya sabéis, para mí es una razón para ver la serie.


Había dos cosas que me tentaban de esta serie: HBO y Laura Dern. Había leído algunas opiniones negativas de la serie en internet (tampoco es que me preocupase mucho, siempre las hay) y comentarios agoreros sobre el declive de la HBO (prefiero no opinar sobre eso, contando sus pedazo estrenos del año pasado). Me sorprendió ver que Laura Dern era creadora, guionista y productora además de actriz protagonista.



Tras ver el piloto, la actuación de la señora Dern era todo lo brillante que me esperaba, pero me sorprendió lo buena que me pareció la serie; con ese tono de tragedia sin medias tintas. Lágrimas, gritos y desesperación. Tiene algún momento gracioso, pero la serie ahonda más en su parte trágica que en los aspectos cómicos que pueda tener. Con solo un capítulo visto, esta sí, decidí seguir viéndola; tanto Laulau como yo quedamos encantados con ese inicio.

Cabe decir que el segundo capítulo ya no fue tan bueno, aunque en mi opinión sigue en uno de los niveles más altos de todos los estrenos de la temporada. A ver cómo evoluciona la serie, porque, personalmente, me parece que tiene una dirección fantástica y uno de los mejores tratamientos del sonido del año. Qué bien suena todo (toma nota, Hell on Wheels).


Este era, desde hace meses, mi estreno ansiado. Al mismo tiempo, lo admito, me echaba para atrás el hecho de que la produjese la ABC—cuyos ejecutivos cancelan series como parte del pacto que firmaron con las capas más profundas del infierno—, pero le tenía muchas ganas a la serie; y lo cierto es que en cuanto me puse a verla, me pareció una buena serie.


El tono de cuento está muy bien reflejado. Es sencilla y exagerada, clara; llena de héroes y villanos, de magia, luces y sombras. Y aunque no creo que marque un hito en la historia de las series de televisión, me parece muy entretenida.

Tiene ciertas cosas que siguen sin convencerme demasiado, como la elección de la protagonista que en el piloto y en gran parte del segundo capítulo parece algo avejentada respecto al personaje al que representa; aunque por arte de magia, un maquillaje algo más... agraciado le devuelve a los 28 años que se supone que tiene. ¡Gracias, maquilladores! Pero creo que cualquier pequeño error puede olvidarse en cuanto Ginnifer Goodwin sonríe ante la cámara. Qué mujer tan adorable...


Y otro día hablaré de otras series con las que hemos seguido pero que se quedaron en el tintero místico que separa la primera entrega de esta segunda.

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