Smash - NBC

Personalmente creo que Smash ha sido uno de los mejores productos televisivos de lo que llevamos de 2012. Dentro de lo que me he dignado a seguir viendo, esta serie ha destacado bastante. Me gustan mucho los musicales y me gusta mucho la música para musicales, y esta serie me dio todo lo que quería y más. Con muy poco que echarle en cara, por si fuera poco.


Smash nos presenta el intento de llevar un musical a Broadway. Julia y Tom son un tándem creativo (guionista y compositor, respectivamente) que lleva ya 10 años partiéndose la cara en eso de llevar obras a los teatros. En esta ocasión tienen un proyecto sobre la vida de Marilyn Monroe y, definitivamente, harán todo lo que esté en su mano para llevarlo a cabo. La búsqueda de todas las figuras que compondrán el equipo (producción, dirección, actores y bailarines) ocupa los primeros compases de la serie, avanzando luego hacia el desarrollo del musical en sí y a los problemas que se van encontrando. La creación de las canciones y del argumento, las tensiones entre los actores y las circunstancias personales de los distintos componentes. Y los problemas de pasta, evidentemente. Bienvenidos al mundo real, aspirantes a estrella.

"¡¡Ahora es mía!!"

Los personajes son bastante simples pero potentes. Prácticamente todos. La verdad es que tras conocerlos durante 10 minutos sabemos qué podemos esperar de cada uno. Son demasiado evidentes, demasiado sencillos; casi sin excepción. Que sí, que la serie va sobre la obra, pero admito que los personajes, en general, son uno de los puntos con menos lucidez de la serie. Por un lado tenemos a Karen Cartwright (Katharine McPhee), una nadie que nunca ha actuado pero que tiene una dulce voz y buena técnica, aunque le falta personalidad, le falta potencia. Por otro tenemos a Ivy Lynn (Megan Hilty), una rubia de brutales curvas que ya ha participado en unas cuantas obras, pero siempre como miembro del coro. Ivy tiene una increíble potencia de voz y unos modos muy de musical. Se parece a Marilyn y tiene la voz perfecta. Se lo merece, ¿quién se cree esa sosa chavalita de Iowa? Julia, la guionista (una ultralucida Debra Messing) es una mujer nerviosa con familia feliz; Tom (Christian Borle), el compositor, es un gay encantador, con pluma teatralmente exagerada sin resultar cargante y que tiene una muy tensa relación de enemistad con el director de la obra, Derek Wills (Jack Davenport), un británico egocéntrico, hostil y falto de tacto. Eileen Rand (Anjelica Houston, que en mi modesta opinión debe mucho a la existencia de Nina Sharp en Fringe, el de la señora madura, no guapa, carismática en un puesto de poder; con flequillo y todo) y Ellis Boyd (Jaime Cepero), un mulato trepa y miserable. No quiero caer en nada demasiado visceral y subjetivo, pero creo que esto es bastante neutro: «muérete, Ellis; das asco».


Lo malo de la serie:
Creo que la serie peca de tramas secundarias. Son demasiadas y, en general, están tratadas muy por encima. Es como si quisieran tratar un sinfín de temas, como si quisiesen llegar a todo el público posible. Y no se puede. El punto fuerte de la serie es el musical, son las canciones y los bailes, y la adopción del niño chino, sinceramente, no creo que le importe a nadie. ¿Los líos de faldas entre los personajes? Demasiado vistos. Siguiente, por favor. La serie habría ganado bastante reduciendo esa tasa de paja-para-todos y centrándose en lo que la hace grande.


Lo bueno de la serie:
La calidad de los números musicales es apabullante. Dudo que nunca antes en una serie de televisión se hayan pulido tanto estos detalles, pero también es verdad que el éxito de Glee ha abierto, supongo, la puerta a esta clase de proyectos. Smash derrocha calidad en sus voces y en sus coreografías y la serie se alimenta de ello. Hay algún que otro capítulo que pasa, casi, sin pena ni gloria, aparte de canciones que se cuelan momentáneamente y lo llenan todo.


La música:
Creo que es evidente que en una obra como Smash la música hay que tratarla en un epígrafe aparte. Empezaré diciendo que muchos capítulos se centran en una canción en concreto, una canción que suena dos o tres veces con el capítulo. Con una voz o con otra, con más carga o meno del coro, con versos alterados, entera o fragmentada, pero hay capítulos en que el musical de Marilyn gira solo alrededor de una única canción. Y eso es bueno. La canción, en ese capítulo, parece un protagonista más, que es lo que debería ser.

La música suena bien casi siempre, y las veces en que no lo hace suelen ser canciones de pop actual que las chicas cantan en garitos o en la intimidad de sus habitaciones. No, evidentemente no es que las canten mal, es que sencillamente no son parte del núcleo de Smash, generalmente no aportan nada y, para más inri, suelen ser de las escenas que menos cuidan de la serie. Un absoluto fail, la verdad.

Las piezas que conforman el musical, en cualquier caso, a pesar de sonar una y otra vez (cosa que puede echar para atrás a algunos espectadores), conforman un gran todo y resultan muy, muy disfrutables.

Épica On Lexington and 52nd street con un brillantísimo Michael Swift (Will Chase).


I never met a wolf who didn't love to howl es una de las canciones del musical propiamente dicho que menos me gustaron viendo la serie, pero es la única algo rápida que he encontrado cantada por Megan Hilty, parece que los internautas están OBSESIONADOS con la sosa McPhee. No te ofendas, querida, tienes una bonita voz, pero para el mundo de Broadway le falta algo de caña.


Por último os dejo Let me be your star en una versión con McPhee y Hilty. De todos modos, la mayoría de los vídeos relacionados que aparecen al final tienen una mayor presencia de McPhee, por si os quedáis con ganas.



La lucha:
La verdad es que el duelo por el puesto es el gran motivo de la serie. Se supone que uno debe preguntarse (o algo así) quién se quedará con el puesto finalmente en el musical. Y a decir verdad... eso hace aguas. No es especialmente negativo, pero sí que es uno de los puntos ligeramente negativos de la serie. Creo que uno sabe desde el primer momento quién se va a quedar finalmente con el puesto. Creo que también sabe que no lo va a conseguir al principio, y que ganará su protagonismo poco a poco y, finalmente, se hará con él. Y así pasa. ¿Es algo horrible? Pues no, pero la verdad es que resulta un poco frustrante tenerlo tan claro de base; sobre todo cuando la voz y cuerpo de Ivy son tanto más adecuados para el papel que los de Karen.

No obstante, me gusta especialmente todo lo que hay detrás de esa elección. Para empezar, el uso del sexo como arma y cómo acaba jugando en perjuicio de sus usuarios. Me gustó que Ivy se acostase con Derek para conseguir el papel y también me gustó que Derek perdiese un poco el interés por aquellas mujeres con las que se acuesta. Me pareció un doble juego bastante interesante ese que involucra a los dos personajes más interesantes y ruines de la serie: Ivy y Derek.



El final:
Aparte de lo dicho en los dos últimos párrafos, me parece un completo acierto el final de Ivy Lynn, que era la viva imagen de Marilyn. En el capítulo 3 o 4, de hecho, le comenté a Laura cómo acabaría yo la serie, y admito que me sorprendió un poco ver que se cumplía una gran parte de lo que le decía. La verdad es que el suicidio de Marilyn era algo con lo que había que jugar y creo que los guionistas de Smash lo aprovecharon a la perfección y sin necesidad de enseñarse: la mano llena de pastillas fue elegante, efectiva y hermosa. Irreprochable.


Nota: 8. Personalmente me parece no solo de lo mejor de lo que llevamos de 2012, sino que considero que congracia a Spielberg con el mundo de la televisión (tras esos bodriazos que fueron Falling Skies y Terra Nova) y os la recomiendo sin ninguna duda.


Y no, no me puedo resistir a dejaros el vídeo con la ensoñación pop-Bollywoodiense, aquí queda. Siento la calidad del vídeo, pero aquí importa más la imagen que el sonido.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Charlie y la fábrica de chocolate - Tim Burton

Los miserables, diferencias argumentales entre novela y musical

Ozark (Temporada 1) - Bill Dubuque, Mark Williams