Valkiria - Bryan Singer

Bryan Singer es el director tras la maravillosa Sospechosos habituales (¿Que no la habéis visto? Apuntadla. Película obligatoria). Por eso, a pesar de tener esa infamia titulada Superman Returns en su currículum, Valkiria se merecía una oportunidad. Oportunidad que estuvo a punto de ser negada en su momento por la presencia del «amigo Tom». Cruise es una de esas cosas que resta caché a una película. La idea puede ser interesante, el guionista puede ser un éxito seguro, el director puede ser un titán... pero si está Tom Cruise ya veo la idea con cierto recelo. Que sí, que hay películas en las que Tom lo hace muy bien (Entrevista con el vampiro, La tapadera) y películas que molan a pesar de Tom (como El último samurái o Algunos hombres buenos), pero el caso es que este hombre suele ser, para mí, al menos, un punto en contra de sus películas. ¿En qué grupo cae Valkiria? Vamos a verlo.



Todos sabemos que Hitler no murió así

Valkiria está basada en hechos reales y, al parecer, hay quien se ha quejado de que sea especialmente meticulosa en el retrato de esa realidad, pues con ello ha minado el propio interés que pudiera haber generado. Todos sabemos qué va a pasar, así que la película no va a intrigarnos en su tramo final. Es cierto. La pregunta evidente que me salta es «¿y qué?», ¿acaso es la sorpresa final la que hace buena o mala una película? Mal vamos. Bueno, eso es lo que pareció pensar, por ejemplo, el crítico de El País, Carlos Boyero.

Valkiria nos cuenta el atentado del 20 de Julio de 1944, en el que un grupo de oficiales de la Wehrmacht intentaron asesinar a Hitler. La Alemania nazi daba coletazos ya agónicos, la Segunda Guerra Mundial se veía perdida y estos oficiales con el coronel Claus Von Stauffenberg al frente deciden terminar la guerra antes de que sea tarde evitando que continúen las muertes. El atentado se llevó a cabo, pero supongo que todos los espectadores saben que Hitler aún daría algún que otro coletazo más antes de su supuesto suicidio.

El grupo de traidores (¡sí, el que está de pie a la derecha es Kenneth Branagh!)

El caso es que, pese a saber que el plan no va a surtir efecto (salvo que decidan hacer un what if realmente impresionante), la película me parece pura tensión. Los personajes son creíbles y, a su manera, cercanos. Se ha hecho gran hincapié en sus dudas y en los dilemas. El coronel Stauffenberg está convencido de que es lo que hay que hacer, pero uno puede apreciar en su gesto, en el ritmo al que respira y en las dubitativas miradas que dirige a su esposa (interpretada por Carice Van Houten, por cierto, ¡¡Melissandre!!) que se debate entre lo mejor y lo honroso, entre el deber y la lógica. Magnífico.


El gusto de los pequeños detalles

Esas miradas que el coronel dirige a su esposa son parte del enfoque de esta película, tensa y trabajada. Los personajes tienen pequeños indicativos que los definen de forma magnífica, muchas veces sin tener que expresarlo verbalmente, podemos apreciar la mirada nerviosa de Olbricht (un impresionante Bill Nighy), me atrevería a decir «cobarde», cuando el peso recae sobre él, pero dura y algo arrogante cuando no. O Fromm (Tom Wilkinson), que quiere adentrarse en las duras aguas de la revolución, del atentado... pero manteniéndose en tierra firme, sin mojarse; negándose a aceptar que en la situación en la que están no hay medias tintas. O se participa o no, pero no se puede quedar uno a caballo entre las dos.

La tensión que se genera en torno al maletín, las lágrimas de la secretaria cuando cogen a Stauffenberg (un personaje del que no sabemos nada, del que no sabemos por qué llora, ¿era una entregada a la causa? ¿Llora por Stauffenberg? No se sabe). Son esa clase de cosas, además del impresionante vestuario y localizaciones, las que hacen que esta película sea mejor de lo esperable. Eso y el talento de un Bryan Singer lucido que consigue generar tensión de thriller en una película cuyo final, en esencia, es perfectamente conocido.

Melissandre, vestida de rojo, como R'hllor manda.

Y como suelo dejar, al menos, un breve apunte sobre la banda sonora (lo reconozco, me parecen un punto muy importante de las películas), me permitiré decir que la de Valkiria, a cargo de John Ottman no desmerece la película pero tampoco llega a generar valor añadido. La música acompaña y no despista, tiene algunos tambores increíblemente graves llamativos en Operation Valkyrie y una composición muy elegante (sencilla pero elegante, además acompaña muy bien a la escena correspondiente) en Seconds Lost (y aún así hacia el final le falta algo de garra). Supongo que le pidieron algo de acompañamiento que no llamase demasiado la atención y eso hizo, pero como banda sonora es un poco anodina.


Nota: 7,5. La película fue, en mi opinión, bastante maltratada por la crítica (señor Ebert aparte). La tensión que genera es auténtica, el carisma de los personajes es auténtico, sin llenar los diálogos de frases para la posteridad (aunque alguna sí que hay, como ese «Míralos a los ojos. No lo olvidarán en toda su vida». Por nuestra parte, al menos, la película cae en el saco de «buena a pesar de Tom Cruise». Quizá la película ganase algo más de peso dando más protagonismo a sus secundarios, que muchas veces son meras comparsas del coronel Stauffenberg, un arquetipo de yo-me-lo-guiso-y-yo-me-lo-como.


Como curiosidad, preguntamos en nuestra página de FB en qué saco metían los seguidores la película y, pese a la escasa participación, se impuso notablemente «Buena a pesar de Tom». ¡Gracias a los que decidieron participar!

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