American Horror Story: Asylum

Seguí con esta serie solo porque la segunda temporada no tendría nada que ver con la primera, que aunque había empezado gustándome bastante, había acabado hastiándome hasta límites insospechados. Había algo en su fórmula y en su increíble incoherencia que me echaba para atrás. El intento de hacer terror típico de cine en serie, y corolarlo con el precioso culo de Alexandra Breckenridge estaba bien; pero esa chapuza guionística que acabó siendo la serie de la mitad de la temporada hasta el final era un poco insufrible. Y por eso estaba decidido a no ver la segunda entrega... pero entonces dijeron que no tendría nada que ver con la primera, salvo en que repetirían muchos de los actores de la serie, y decidí quedarme a ver qué pasaba.

Aunque del estilo de la primera, esta vez la imagen promocional no mola tanto.

El psiquiátrico

De la casa encantada saltamos a un hospital psiquiátrico de pesadilla (para la tercera van a tener que ir a un colegio abandonado, ¡que se quedan sin escenarios!) en los años 60. La hermana Jude Martin dirige con dureza este centro para condenados de la justicia a los que se ha destinado a tratamiento mental. Con un selecto equipo de profesionales, entre los que destacan el doctor Oliver Threadson y el doctor Arthur Arden, siempre con la ayuda o la observación de miembros de la Iglesia, como la hermana Mary Eunice o monseñor Timothy Howard. Siendo una temporada de American Horror Story ya os podéis imaginar cómo sigue el tema.

Sangre, sexo y muerte. Casi constante. ¿Y el terror? Bueno, la verdad es que el terror han decidido dejarlo atrás. AHS sigue siendo gore, desagradable, explícita, muy sexual y completamente polémica, sigue construyéndose de forma que parece un poco amateur, llena de buenas intenciones pero mezclando todos los elementos en un batiburrillo asombroso que parece que no puede ir a buen puerto de ningún modo. Como en la primera, sí; pero aquí les salió bien y pudieron acabar la temporada respetando su propia lógica interna.

Los habitantes

Uno de los mayores aciertos del equipo que hace American, tal como lo veo, ha sido mantener a tantos integrantes del reparto original de la serie; y es que era un gran, gran reparto televisivo. Se complementan bien entre ellos y resultan creíbles incluso en las forzadísimas situaciones en que Ryan Murphy, Brad Falchuck y sus chicos deciden meterlos.

Mary Eunice, muy casta ella.

En Asylum no tenemos a una Moira joven, a esa increíble Alexandra Breckenridge, aunque es un rol que a su manera cubren entre la hermana Mary Eunice (Lily Rabe) y, sobre todo al principio, Shelley (Chloë Sevigny); pero los actores más memorables repiten con personajes hechos, prácticamente, a medida. Jessica Lange en su papel de la seria y despiadada hermana Jude; Evan Peters, que gana peso y seriedad actuando desde su ya logradísimo Tate Langdon a esta versión 2.0 que es Kit Walker; y también a Zachary Quinto, que esta vez consiguió reflejar a la perfección el terrible monstruo que se ocultaba bajo la piel de su personaje, en sus oscuras miradas y en su parsimonioso modo de hablar, algo en lo que creo que falló en la primera temporada, con un personaje que no llegué a creerme en ningún momento. Sarah Paulson, por su parte, en el papel de la protagonista, o lo más parecido que hay, al menos; dibuja un personaje completamente memorable: absorbente, defectuoso y lleno de ambición.

¿Promesa de un futuro mejor?

No sé si realmente esto era parte de la intención de los creadores, pero a pesar de la sucia brutalidad, de las humillaciones, del dolor y de las monstruosidades de la temporada; el hecho de que la trama sea tan concreta, aunque a veces se vaya por las ramas, huye —y menos mal— de esa alocada añadidura suicida de subtramas de la primera temporada, ayuda a que avance siempre. A veces mejor y a veces peor, sin duda; pero siempre hacia delante, hacia un final que una vez presentados «de verdad» los elementos vemos claro. Puede acabar bien o mal, esta serie no se caracteriza por lo fácil que le pone las cosas a sus protagonistas, pero se sabe perfectamente cómo puede avanzar la historia. Quizá el desarrollo no sea todo lo óptimo que podría ser, pero sin duda es más consecuente que el de la primera y, personalmente, me parece satisfactorio.

Abre las alas y vuela, American, el futuro parece prometedor ahora mismo.

Los ingredientes de los que más abusan se siguen haciendo algo pesados, American es una de las pocas series en las que me parece que se abusa del sexo «porque sí», en escenas que muchas veces no dicen nada y que parecen estar ahí porque hay metraje que llenar y actrices de muy buen ver; pero a grandes rasgos la serie se mantiene solvente hasta el final y se despide en un momento de muy buena forma, insinuando que el espectador puede mantener la esperanza en la calidad de una tercera temporada ya confirmada.


Nota: 8. American Horror Story consigue ser en esta temporada una serie constante sin perder su esencia gore y de mezcla caótica (asesinos en serie, ovnis, locos, demonios, parcas y demás) y despedirse sin haber sufrido una caída de calidad imposible de obviar.

Y de regalo...

Dominique, la adorable-inquietante canción que resuena constantemente entre los muros del psiquiátrico.

Otras series de Ryan Murphy:
American Horror Story: primera temporada.
Glee.

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