127 horas - Danny Boyle

En su momento no me sentí especialmente interesado por la película, no me parecía que pudiera ser especialmente entretenida (aún no había visto la genial Enterrado) y James Franco como actor protagonista me echaba un poco atrás. Ahora, en cambio, le veía potencial a la película, sobre todo sabiendo que tras las cámaras estaba Danny Boyle, de quien ya había visto dos películas (28 días después y Slumdog millionaire) y tenía muy buena opinión.


El aventurero, un inútil

La historia es bastante conocida, basada en una persona real, Aron Ralston, quien escalando y haciendo el cabra por las montañas de Utah acabó atrapado en una grieta con una enorme roca sobre un brazo. Hasta que días después, torturado por el hambre y la sed, tuvo que cortarse el brazo con lo que tenía a mano para poder salir de allí.

Sobre la historia real no sé más, ahora vamos a centrarnos en la película. Desde el principio mismo, cuando Aron va soltando información y vamos viendo su mochila, me asaltó la sensación de que era imbécil: el ir de aventura por la montaña solo y no avisar a nadie de por dónde estaría (muy astuto) y lo poco completo de su equipaje (la navaja multiusos de los chinos es muy genial) supongo que son lo más flagrante de todo.


Por lo demás, hay que reconocer su fuerza como personaje. James Franco consigue hacer de Aron un personaje cercano y divertido, uno de estos locos que parecen estar permanentemente bajo los efectos de alguna droga (lo que explicaría su pésima valoración del riesgo) y aunque sus escasas relaciones sociales —con dos chavalas, Kristi (Kate Mara) y Megan (Amber Tablyn), al principio de la película y algún que otro flashback— resultan un tanto forzados (sobre todo al principio, que roza la situación cutre de película de instituto), consigue que el personaje resulte agradable y que uno sienta cierta compasión por él cuando sus temeridades le juegan una mala pasada.

El director, un genio

Y es que 127 horas se ancla, mayormente, sobre el increíble talento de Danny Boyle y su equipo. Acompañado de su fiel Anthony Dod Mantle y de Enrique Chediak, la película presenta un tratado de imagen increíble, con un sonido limpio y natural aunque muchas veces escondido bajo una música que resulta atronadora. En general hace un buen efecto, pero hay un par de temas que no encajan nada bien con la escena. Creo que no entendí por qué se habían seleccionado esas canciones, sinceramente.

El tono, rojizo anaranjado, es el que suele utilizarse para sacar el máximo partido a las Montañas Rocosas, pero lo cierto es que extrae lo mejor de esos resecos paisajes y de las profundas grietas abiertas en la roca.


La composición muchas veces con multiescena o multiplano, ya desde los mismos créditos iniciales, a pantalla dividida, resulta alocada y confusa, aunque cuando uno la ha visto unas cuantas veces se definen claramente como uno de los sellos identificativos de la película y permiten hacer composiciones de situación muy rápidas.

Cuando a los 15 minutos tenemos al protagonista ya bajo la roca, sabemos que la película será una experiencia pseudo estática, tipo Enterrado, que lo que vamos a presenciar son trucos de guión y dirección para mantener el interés de una historia que sabemos cómo termina y en la que, además, el sujeto no va a moverse demasiado.


Grimosas escenas de ojos resecos con lentillas, la agonía de quedarse sin agua (no me gusta nada que se le caiga la botella y pierda una parte, me pareció gratuito y algo absurdo; aunque no sé si le pasó realmente al aventurero) y, por supuesto, una ultradetallada escena de amputación, que dicen que causó que varios espectadores requiriesen atención médica. Lo cierto es que aunque esa reacción me parece exagerada, el realismo de la escena es bastante impactante. La navaja casi sin filo, el terrible esfuerzo, el haz nervioso y los estallidos de horrísono ruido cada vez que lo tensa... y cuando lo tensa más. El silencio que supone la ya grave música de fondo cuando acaba. Todo increíble. Los abundantísimos cambios de plano y el uso de los efectos de sonido en esta ocasión son perfectos.


Nota: 8. Algunos fallos en la selección de la música y un poco absurda toda la escena en compañía de las chicas, pero una vez metidos en harina... la película no podría funcionar mejor.


Otras candidatas a los Oscar 2010:
Cisne negro.
El discurso del rey.
Valor de ley.
Toy Story 3.

Otras películas de Danny Boyle:
Slumdog millionaire.
Trance.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Charlie y la fábrica de chocolate - Tim Burton

Los miserables, diferencias argumentales entre novela y musical

Ozark (Temporada 1) - Bill Dubuque, Mark Williams