Tres anuncios en las afueras - Martin McDonagh


Este fin de semana decidí superar mi fobia a las salas de cine (al resto del público, en realidad) para ir a ver Tres anuncios en las afueras, de Martin McDonagh (Escondidos en Brujas, Siete psicópatas), una película que ya se ha llevado unos cuantos premios (mejor drama en los Globos de Oro, premio del público en el TIFF, mejor reparto en los SAG…). La experiencia fue estupenda. Desconozco si se trata de una justa ganadora, porque he visto muy pocos de los filmes que suenan para premios; pero, sin duda, se trata de un buen producto.




Hace-space: pre; meses en Ebbing, Missouri, una chiquilla fue violada y asesinada; pero la policía no ha conseguido encontrar ningún indicio. Mildred (Frances McDormand), madre de la joven, alquila tres vallas publicitarias a las afueras del pueblo para imprimir unos carteles con los que llamar la atención de los, en su opinión, incompetentes policías.

En busca de la justicia

En Tres anuncios en las afueras se baila mucho en torno a la idea de la justicia. Mildred considera que la policía le debe la resolución del caso. Es muy explícita desde el principio y los mensajes que pone en los carteles eliminan cualquier duda: «RAPED WHILE DYING», «AND STILL NO ARRESTS?», «HOW COME, CHIEF WILLOUGHBY?».

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El jefe de policía Willoughby (
Woody Harrelson) simpatiza con Mildred y desea coger a los culpables, pero también sabe que la ley tiene sus procesos y exigencias. El ataque que le dirigen desde las vallas es injusto con su persona, pero al mismo tiempo comprensible. Persigue lo bueno, lo justo, sin preocuparse de los daños colaterales y las pequeñas injusticias.


Por último tenemos al agente Jason Dixon (Sam Rockwell), un policía violento, machista y racista; un matón callejero con placa, pistola y porra; quien en su obsesión de resolver los casos como sea, también es un perseguidor absoluto de la justicia. En cierto modo es la personificación sucia (gracias a todo eso que tiene de malo) de Mildred. Ella está dispuesta a daños colaterales en su búsqueda de la justicia, y Dixon… bueno, él está dispuesto a muchos más daños colaterales. A todos ellos.


Estos personajes, los más importantes de la película, comparten esa búsqueda, aunque no lo sepan y, a veces, no puedan verlo. El texto de McDonagh, bien pensado y construido, aprovecha esta ideas para acercarlos y alejarlos a conveniencia, de un modo orgánico, vivo en el que las agudas y emponzoñadas réplicas de sus diálogos encajan como anillo al dedo.

McDonagh en estado puro

Aunque a priori pueda parecer que Tres anuncios en las afueras está lejos de los otros dos largometrajes de su director, en realidad no lo está tanto. Puede que esté, de hecho, demasiado cerca: hay una violencia no muy constante pero bastante explícita, un tipo de tensión particular muy del gusto de McDonagh, que combina lo triste y lo divertido y unos diálogos típicos de él, sorprendentemente ágiles, bien medidos, de réplica rápida y desbordantes de humor negro y tacos. Puede parecer que no es el estilo más apropiado, pero, sin duda, le sientan genial a la cinta. Es un ingrediente que su director sabe explotar muy bien.




La película avanza imparable a través de tres actos bien definidos, que consiguen mantener el ritmo y el interés sin caídas. La historia se desarrolla con unos nudos claros que conducen la trama sin divagar, sin detenerse y sin dar, en general, la impresión de ser trucos artificiales, aunque puede que el del incendio durante la lectura de la carta lo sea un poco: se usa para provocar un cambio en un personaje y tanto el efecto como el método son algo exagerados, quizá respondiendo más a la necesidad de ese cambio que a la mera lógica narrativa.

Delante y detrás de las cámaras

Delante de las cámaras nos encontramos con una siempre fantástica Frances McDormand al frente del reparto, dando vida a esa vengativa Mildred que libra una cruzada en busca de justicia con las herramientas de las que dispone; y un intachable Woody Harrelson encarnando al simpático, frustrado pero encantador jefe Willoughby. El apartado actoral de la película ya podría resistir las más inclementes tempestades de la queja; pero, además, está Sam Rockwell. Dixon es el personaje más completo, el que tiene el viaje más largo… y Rockwell lo da todo del primer minuto al último, en una interpretación que para muchos, incluidos los miembros del Sindicato de actores, es de lo más destacable del año.



No obstante, aunque el desempeño de los actores sea de lo que más se está hablando, el trabajo detrás de las cámaras también es estupendo: McDonagh firma un guión sólido y lo filma con una agilidad realzada por el eficaz montaje de John Gregory, que ya había montado Escondidos en Brujas y que fue también montador de La carretera o de Cuatro bodas y un funeral (es lo que tiene llevar casi 40 años dedicado a esto) y la elegante fotografía, que exprime la oscura tensión de todo, a cargo de Ben Davis, quien ya había ocupado este rol en Siete psicópatas y cuyos trabajos recientes incluyen las marvelianas Guardianes de la galaxia, Vengadores: la era de Ultrón y Doctor Extraño. Además, el apartado musical a cargo de Carter Burwell, que siempre ha sido el compositor en las películas de McDonagh y en casi todas las de los Coen; encaja como un guante y refuerza la experiencia con un sonido de influencias country y blues con algún motivo muy reconocible.

Conclusión

Tres anuncios en las afueras es una película ágil, entretenida, divertida a pesar de su drama, su tensión y su violencia; una especie de versión acelerada y frenética del cine negro de los Coen, un punto que McDonagh domina como nadie. Y, encima, tiene un fantástico envoltorio audiovisual y un reparto excepcional.

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