Peter Pan - James M. Barrie


Conocía la historia de Peter Pan, supongo que como muchos de vosotros, por la adaptación cinematográfica de 1953. Muchos tienen esa película como uno de los grandes Clásicos Disney, pero la verdad es que nunca entré en su juego. Siempre hubo algo que me echaba inexorablemente atrás… y no era solo la aterradora idea de querer ser un niño para siempre. No fue hasta la lectura de la obra de Barrie cuando me di cuenta del problema que le veía.


Bienvenidos a Nunca Jamás
Wendy, John y Michael son los hijos del matrimonio Darling. Se portan bien y les encantan los cuentos que cada noche les relata Wendy, la hermana mayor, que están protagonizados por un chico llamado Peter Pan que vive en Nunca Jamás, una isla en la que habitan piratas, indios, hadas y sirenas. Lo que no saben es que Peter Pan y su compañera hada, Campanilla, van cada noche a oír esos cuentos.

Peter, Wendy y la sombra rebelde.
© 1953 - Walt Disney Studios. All rights reserved.

Pero un día Wendy encuentra la sombra perdida de Peter Pan, que se ha quedado atrapada en la ventana. Esa noche lo espera para devolvérsela y se la acaba cosiendo a los pies. Estos misteriosos talentos llevan a Peter a decidir que Wendy debe convertirse en madre de los Niños Perdidos y de sí mismo. Así, los tres hermanos Darling acompañan volando, gracias al polvo de hada, a Peter Pan hasta la tierra de Nunca Jamás, donde vivirán increíbles aventuras y tendrán que enfrentarse al temible capitán Garfio, un pirata obsesionado con la buena educación.
El mágico tono de cuento
Bajo mi punto de vista, uno de los puntos fuertes de Peter Pan es el tono en el que está contado. El narrador es poco neutral, adelanta cosas, juzga a los personajes y opina sobre todo lo que pasa. ¡Opina incluso sobre los lectores! Barrie rompe la cuarta pared y aprovecha esto para dar más volumen a la lectura metiéndose de forma muy graciosa con esos niños desagradecidos.

Campanilla.
© 1953 - Walt Disney Studios. All rights reserved.

En el Nunca Jamás de Peter Pan se respira la magia: las hadas que hablan con tintineos y son tan pequeñas que solo pueden tener un sentimiento a la vez, el silencio de los indios y su enemistad jurada con los piratas, las entradas individualizadas al refugio de los Niños Perdidos, la obsesión por no crecer de Peter Pan y la forma tan engreída en que deforma la realidad para creerse el héroe que resuelve todas las situaciones independientemente de quien lo haya hecho en realidad… Peter Pan es una narración que desborda carisma en cada una de sus páginas y que es capaz de sacar una sonrisa incluso ante la previsión de que los Niños Perdidos y los piratas se maten unos a otros a cuchillazos.
El monstruo egocéntrico
James Garfio es un pirata egocéntrico obsesionado con las buenas maneras, producto de su paso por el prestigioso colegio Eton; un hombre despiadado y sanguinario, seguido por su tripulación debido a su maligna astucia. Pero en este apartado, como anunciábamos antes, vamos a hablar del monstruo egocéntrico; es decir, de Peter Pan.

El joven Pan no es solo un carismático y encantador secuestrador de niños, lo que enerva a los padres pero alegra a los pequeños; aparte es un engreído insoportable que se adjudica los logros de quienes están con él, pone a sus amigos (si es que un ser tan egocéntrico y narcisista puede tener verdaderos amigos) en peligro y se olvida de ellos. Para Peter Pan solo existe aquello que tiene al lado y, si me apuráis, solo existe él mismo. Tiene ese egoísmo desmedido de los niños más pequeños, que aún no son capaces de entender las necesidades de quienes los rodean; pero en el cuerpo de un ya no tan pequeño niño volador de 10 o 12 años.

J. M. Barrie haciendo de Capitán Garfio y Michael Llewelyn Davies, el hijo de unos amigos, de Peter Pan. La relación del autor con los miembros de esta familia daría para otra entrada, pero aquí os dejo con lo que dice la Wikipedia al respecto.

Esta actitud se pone de manifiesto en toda la obra pero se vuelve sangrante en sus últimas páginas, cuando Peter se ve incapaz de distinguir a una persona de otra… o, ya puestos, a una hada de otra. El desapego con el que se expresa es terrorífico. Lógico y consecuente, pero terrorífico. Fue entonces cuando me di cuenta de que ese era el desarrollo pleno del personaje y que su dulcificación era lo que me chirriaba en la clásica película de animación. Disney, en su intento de conseguir un personaje más amable, olvida ese extremismo que eleva al Peter Pan original y lo deja un poco en tierra de nadie: más dulce, más amable, más humano, más redimido… pero, al mismo tiempo, más gris. Las hadas solo pueden tener un sentimiento a la vez y Peter solo puede ser un chiquillo pagado de sí mismo, hasta el punto de ignorar y confundir a quienes lo rodean. Peter, el monstruo egocéntrico, es, en esa despiadada sencillez, casi tan hada como persona. Eso es lo que lo hace mágico, lo que lo hace terrible y maravilloso a un tiempo.
Conclusión
Peter Pan es una novela ágil, entretenidísima, está poblada por personajes potentes con dinámicas muy divertidas y derrocha estilo. Es un texto impresionante. Ejemplar.

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